Saqueo de Amorio

Saqueo de Amorio
Parte de Guerras árabo-bizantinas

Enfrentamientos militares árabo-bizantinos en el 837-838.
Fecha Agosto de 838
Lugar Amorio
Coordenadas 39°01′21″N 31°17′42″E / 39.0225, 31.295
Resultado Victoria abasí
Beligerantes
Imperio bizantino Califato abasí
Comandantes
Emperador Teófilo
Aecio
Califa al-Mutasim
Afshin
Ashinas
Fuerzas en combate
~40 000 en el ejército de campaña
~30 000 en Amorio
80 000
Bajas
30 000-70 000 muertos militares y civiles Desconocidas

El saqueo de Amorio (también cerco de Amorio o caída de Amorio) por el Califato abasí a mediados de agosto de 838 fue uno de los acontecimientos más importantes de la larga historia de conflictos entre bizantinos y árabes. El califa abasí Al-Mutasim (833-842) encabezó la campaña en persona. La emprendió en represalia por la del emperador bizantino Teófilo (829-842) del año anterior. Al-Mutasim tenía como objetivo Amorio, una ciudad fortificada en la parte occidental de Asia Menor, localidad de origen de la dinastía bizantina reinante y, en la época, una de las mayores y más importantes del Imperio bizantino. El califa consiguió reunir un ejército excepcionalmente grande y lo dividió en dos partes: una de ellas penetró profundamente en territorio bizantino en Asia Menor mientras que la otra, más al norte, derrotó a las fuerzas bizantinas acaudilladas por Teófilo en la batalla de Anzen. Las tropas abasíes entonces se dirigieron hacia Ancira, que encontraron abandonada; después de saquearla, el ejército árabe marchó hacia el sur en dirección a Amorio, a donde llegó el 1 de agosto. Estorbado por las intrigas en Constantinopla y por una revuelta del gran contingente jurramita en el ejército, Teófilo no consiguió socorrer la ciudad.

Amorio contaba con poderosas fortificaciones y una gran guarnición, pero un traidor reveló un punto débil de las murallas, lo que permitió que los abasíes concentraran allí sus embates hasta conseguir abrir una brecha. Incapaces de romper las líneas del ejército sitiador, el comandante de aquella sección de la muralla intentó, secretamente, negociar con el califa. Abandonó su puesto, lo que favoreció a los árabes, que entraron en la ciudad y la conquistaron. Amorio fue arrasada y jamás recuperó la prosperidad que había gozado hasta entonces. Los vencedores pasaron por las armas a muchos de sus habitantes y se llevaron al resto en cautividad. La mayor parte de los supervivientes lograron la libertad tras una tregua firmada en el 841, pero los funcionarios más importantes fueron conducidos a la capital califal en Samarra y ejecutados después de rechazar convertirse al islam. La Iglesia ortodoxa los recuerda como los cuarenta y dos mártires de Amorio.

La conquista de Amorio no fue solamente un enorme desastre militar y un duro golpe personal para Teófilo, sino también un suceso traumático para los bizantinos, que influyó en la literatura de los años siguientes. El saqueo no alteró de forma notable la situación militar en la región, que fue paulatinamente inclinándose a favor del bando bizantino, pero consiguió desacreditar completamente la doctrina iconoclasta, defendida ardientemente por el emperador. Como los iconoclastas dependían intensamente de las victorias militares del monarca para legitimarse, la caída de Amorio contribuyó decisivamente a que se abandonase su doctrina poco después de la muerte de Teófilo en el 842.


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